En paro estamos.
Hace décadas que el país no reaccionaba de la manera en que lo está haciendo.
Las carreteras están cerradas, las ciudades aisladas.
La gente en zona rural sale a las carreteras.
La gente en las ciudades sale a las calles y a las plazas.
Campesinos, indígenas, estudiantes, trabajadores y más.
Gente que nunca se pronuncia, que nunca salió a la calle, lo está haciendo.
¿Por qué?
Porque un decreto ha comenzado a aplicarse, el cual dice que no podemos comercializar productos que no sean a partir de semillas "certificadas", porque no se pueden guardar las semillas para la próxima siembra, porque el pequeño agricultor (determinado por el decreto como aquel que siembra menos de 5 hectáreas) no puede comercializar sus productos ni intercambiarlos, son solo de pancoger. Porque nos quieren embutir las semillas de otros lados y peor, semillas transgénicas que luego de estudios serios realizados en países como Francia, su consumo genera tumores a granel y a un par de generaciones, graves problemas de fertilidad.
La semilla es el punto de partida de la vida.
Es la continuación del ciclo.
Es la herencia de décadas, de cientos y miles de años.
Es lo que somos y sin semilla no somos nada.